martes, junio 15, 2010

El Sol Naciente

A veces, para entender cómo se forma un río, es necesario dejar caer algunas gotas donde la montaña sehace más escarpada. Así, cuando se corona el pico y se observa al río, se entiende cómo el agua toma cuerpo, y pasa de arrastrar unos leves granos de tierra a barcos... e historias.

Ahora que estamos a plena navegación por este río que ya no es Estigia sino Amazonas, surgen nuevos temas. Hoy, luego de una larga charla con Eleincilla, volví a escribir, y de nuevo con ímpetu y ganas. Nada de distracciones, todo lo contrario: historias para contar hay demasiadas. Quizás ponga algunas en Highway to Glory, pero tomarán tiempo. Prefiero escribir cien páginas y quedarme con diez que escribir diez y no mejorarlas.

En el trabajo las cosas igualmente están cambiando para bien. Hay nuevos retos, nuevos momentos y emociones, además que la incertidumbre que reinaba se está alejando como una nube pasajera. Si a eso le sumamos las nuevas metas que hay en la Universidad, como el Club de Escritores y el de Debate, pues me siento más que bien: actividades no me faltan, además de mis hobbies.

Por eso ahora cuando llego a casa, escribo un rato o paso a limpio lo que traigo escrito me invade un sentimiento liberador. Se siente como si estuviera soltando nuevamente gotas para que un río se forme. Es como dejar que llueva en el campo para que de los páramos del pensamiento puro, ése que no tiene forma sino bruma, se engendren nuevas olas y lleve la semilla del bosque que es la imaginación.

Y naturalmente, seguir navegando a buen viento, que la meta está cercana. Lejos están los días de incertidumbre, porque nuevos rumbos llegan. Se agradece el pasado, pero es eso: pasado. Por tanto, escuchar los gritos que llegan de universos paralelos que como cáscaras han caído para fertilizar tierras que seguro visitaré a mi regreso por esos lugares resulta borroso y sin sentido. Es como tratar de escuchar el sonido de una estrella, teniendo al lado el canto de los pájaros. Puede que las estrellas canten muy bien, pero si estás en compañía de los alados pequeños que habitan en los bosques de tu mundo, las sinfonías siderales no son tan importantes como las canciones de plumas y alas.

Amarren entonces la vela del pescante, que la noche ya acaba; el sol despunta, el viento ruge, las estrellas se han ido a la próxima noche y con ellas las brujas, que ante el poder del sol solo pueden mostrar su verdadera edad y cicateros corazones y rostros. El navío que parte con fuerza cruje sobre el agua,los tripulantes se afirman en sus puestos y la jornada apenas inicia, y su final se presiente con la llegada a un mejor puerto.

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