domingo, agosto 22, 2010

Percepciones.

A veces es sencillo catalogar a alguien por la manera en que se comporta. Sólo basta un poco de observación en sus modales, sus palabras, y se saca una conclusión que se acerca más al estereotipo que a cualquier otra cosa.

Lo realmente difícil es saber la esencia de cada persona. Hay quienes se definen por el amor; otros, por la fuerza, la rabia, la resistencia. Miles de definiciones, porque nunca hay nadie igual a otro. SImilares sí, pero iguales jamás.

Esas definiciones siempre me han puesto a reflexionar sobre las personas a mi alrededor. Hay personas a quienes conoces durante diez años Y jamás captas un poco. Hay otras que después de períodos más cortos esquivas como sea, porque a pesar que no conozcas el término exacto sí entiendes el efecto que traen consigo. Y otros a quienes no podemos dejar pasar, así no las hayamos visto en diez años.

Esos efectos también se pueden experimentar según el momento en que vengan. Lo que hace dos años fue algo constructivo, puede tornarse demoledor. Lo que mata, a veces se necesita para quemar y arrasar parte de lo que uno no pueda quitarse por fuerza propia. El silencio y la soledad son cosas que se rehúyen y se buscan en diferentes momentos con la misma necesidad. El fuego y el hielo. Y así.

Hasta hace poco me dí cuenta que mi búsqueda de esos sentimientos ó esencias era instintiva. Percibía, cerraba los ojos y andaba detrás. Aunque es bueno actuar y ya, también hay que abrir los ojos y observar, así sean los ojos de la fantasía. Siento como si hubiera dado tantos pasos en falso que finalmente, cuando estoy en tierra sólida, camino con el cuidado de un equilibrista. Bueno porque quizás caiga menos veces. Malo, porque el paso es agotadoramente lento.

Una vez más voy a cerrar los ojos y caminaré con paso firme. Pero cuando abra los ojos, espero que allí estés. Gracias por mostrarme un nuevo camino.

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