miércoles, septiembre 15, 2010

Poniendo en Orden la Casa.

Estos últimos días me he sentido como si hubiera estado volando a Mach 3 durante los últimos once meses, dados los últimos acontecimientos en la Universidad, en mi situación sentimental y en mi carrera como escritor. Pero no hay material que resista semejante presión ni ritmo de vida que se siga propulsando a esa velocidad y ayer finalmente llegué a la salida de ese sonic boom.

Primero, mi trabajo en Microsoft va oficialmente hasta el 1 de Octubre. Eso quiere decir que tendré unas pequeñas vacaciones en las que voy a empapelar Bogotá con mis hojas de vida y conseguiré un nuevo y mejor empleo. Desde ya llego a mi oficina, la que lo fue durante 5 años, y se acabó esa presión que se manifestaba como si tuviera un par de cuervos sobre los hombros. Ahora sólo sigo tratando de hacer lo que mejor hago. No niego que tengo bastante mal genio por eso, pero si alguien quiere los detalles tendrá que enterarse de ellos con un buen café, coctel o cerveza y charla prolongada.

Los líos sentimentales finalmente se acabaron. Estoy en una etapa de serenidad, sin aspirar a mayor cosa, básicamente porque no tengo tiempo ni ganas de ponerme a definir modelos aceptables para el cargo. En pocas palabras, si no busco a nadie es porque aún tengo gran parte del interés de vacaciones y nadie me trasnocha. Me da risa pensar que durante ocho años me tomé como una carga pesada esto del amor, cuando se trata de algo que en esencia debe ser divertido. Mi tendencia a complicar lo simple va a terminar el día que finalmente me anime a repetir mi intento de suicidio y funcione. Y está lejos ese día, aclaro.

En la Universidad hay un cerro de trabajo, pero me dejó de afectar lo que pase o deje de pasar allí. Me gusta hacer todo lo mejor posible y sé que las cosas me salen habitualmente bien, y ahora que puedo concentrarme mejor mis resultados han subido su nivel de reconocimiento. Al igual que con los líos sentimentales, 10 años de academia me han convertido en una máquina de estudiar; creo que me tomaré unos seis meses cuando finalmente termine la carrera. Seguiré estudiando en casa poniéndome al día con diseño web, pero sin complicarme tanto.

La pepsi y el kent siguen ahí, pero les he reducido la cantidad porque al igual que con los chocolates, se me bajó el gusto por ellos. E incluso reduje dramáticamente el consumo de alcohol: en estos meses luego de la farra del cumple me he bebido cuatro cervezas. Sirve tener un vehículo para alejarse de "los malos pasos", eso sí.

Este tiempo ordenaré lo que haga falta. Mis pensamientos, los pocos que anden sin legajar se irán al cesto de la basura. Los recuerdos que me hacen falta por enviar al incinerador, igualmente se irán. El pasado me aburre por la infinita estupidez que manifesté en tantas ocasiones y la que recibí del resto del planeta cuando salía de la mía. He borrado a un montón de gente de mis contactos porque simplemente no los conozco y no me interesa conocerlos; ahora solo conservo los que son por la relevancia que tengan en este momento. Y si me salen con cosas del pasado, cortésmente los he devuelto al tiempo presente. Recordar cosas que ya están en el Museo de Historia de Paul Contreras no tiene gracia, solo son elementos insulsos y vacíos cuya importancia (las lecciones que aprendí) son cosas que ya tengo incorporadas al firmware. Los seres que quiero están conmigo acá y ahora, los que están lejos por voluntad propia... un beso, un abrazo y sigan ahí si se sienten bien como están.

La tranquilidad posee lados ciertamente oscuros; es duro dormir cuando el sol brilla en el cielo. Pero lo cierto es que ha llegado el momento de apagar los motores y planear un poco bajo el cielo azul, y reservar las energías para cuando atravesemos las nubes que son los retos ajenos a la monotonía de lo habitual. Cambio y fuera.

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