miércoles, agosto 13, 2008

la Ironía de Todo

A veces me pregunto si realmente el caminar de la manera más recta por caminos escabrosamente difusos es la mejor opción. No tanto porque las tentaciones sean ineluctables (cualquier tentación solo es fuerte cuando tiene poder en la mente de quien se deja tentar)sino por la sensación de saber que otras personas han caído frescamente en la misma tentación y no solamente les suena la flauta sino que siguen en la misma tónica y tu sistema de valores queda vuelto una soberana carajada de risas. Y además con una sensación de ridículo gigantesca.

Ejemplo número uno, la lambonería laboral.
Ahí tienen miles de ejemplos en Atento.

Ejemplo número dos, la depredación de la novia/novio de otro/otra.
Para qué redundar, todos ya conocen ese ejemplo.

Ejemplo número tres, los negocios.
Muchos hacen lo que se les da la gana, quiebran al que sea y jamás la pagan.

No es que dude de lo que creo, pero hay días en que amanezco con la bilis más agria de lo normal al observar esos casos. Frecuentes, sencillos, sin castigo para los que la siguen embarrando, y al final el que cree que ser algo ético vale la pena termina siendo un grandísimo majadero.

Quizás esté pasándome por alto muchas particularidades que terminan siendo paliativos para semejante degradación, pero aun así, no dejo de pensar que mientras los que creemos en las cosas bien hechas terminaremos en la línea de la mediocridad, el espejismo de la excelencia, el triunfo laboral y demás recompensas estarán siempre aliadas a quienes vendan sus pocos principios por treinta monedas de plata (o treinta polvos cachones, a fin de cuentas es la misma vaina).

De hecho, una de las cosas que más me gustaría hacer si tuviera la máquina del tiempo sería asesinar a quienes trajeron a estas tierras la idea de que "el vivo vive del bobo". Es mejor que quede documentada en la era del Descubrimiento unas buenas masacres y no una raza podrida.

Una pequeña lista de odios complementarios:

1- Odio a los lambones que ganan sus ascensos de trabajo a punta de lengua y permanecen en los mismos por salir a rumbear y pasear con los jefes.

2- Odio a los que tras haber puesto los cachos de algún cristiano, siguen felices tirando y farreando con quienes se burlaron del pobre cachón pendejo y además todo les sale bien.

3- Odio a los políticos de izquierda o derecha que viven de la lambonería con algún grupo armado.

4- Odio a los que viven de gorra de los demás, y cuando tienen plata, joden a todos por gusto deportivo.

5- Odio a los que ganan su plata de ilícitos y viven su vida tranquilamente sin que nadie los moleste o les diga nada.

Como diría Carlos Mayolo, "el resto de cosas no las odio, porque si lo hiciera sería un maniático y odio a los maniáticos".

He dicho.

1 comentario:

Jo G. Pallas Atenea dijo...

Caracoles!!

Esta entrada está peliaguda. Te tomaste en serio el comentario sobre los odios del otro día.

Tiamo, mi precioso.

P.D.: Hate list in later entries