domingo, abril 19, 2009

Pasado.

Me gusta pensar que cada uno de nosotros, en las ciudades mentales que construimos para atesorar recuerdos y cimentar nuestro ego, conservamos panteones o mausoleos donde descansan esas versiones de cada uno, ya ajados por el tiempo o durmiendo las muertes tranquilas de los que han cumplido con su tarea. Ver ataúdes, elementos de culto a la negra diosa, quizás vitrales y pinturas en los lugares donde la imaginación se embriaga de grandeza de piedra y madera, sin que haya más fé que la memoria. Pero eso sí, son solo panteones fríos y yertos.

Y curiosamente, cuando vamos de visita nos sentimos más vivos que nunca, no? decirle a esos lejanos seres que formaron parte de nosotros mismos que pueden seguir descansando en un cielo perfecto es motivo de tranquilidad. El pasado, con sus oropeles de nostalgia, es solo una fiesta que ya pasó, quizás una inspiración para las letras que pueden revivir todo, pero eso solamente.

Quiero dar las gracias a los que se han ido. Ellos, donde estén, aún siguen. Y a los que están acá conmigo (la gente real, la que canta y baila) que les debo un fuerte abrazo, así sea virtual. Que no haya carne no quiere decir que no haya sentimiento.

Bendiciones y Abrazos,

Paul.

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